El ministro Bermejo hace gala una vez más de su prepotencia y de su actitud bronquista. Meses de huelga de funcionarios de justicia, resistiéndose a concederles lo que pedían, una subida salarial, no pedían gran cosa. El hecho deriva de la osadía de Bermejo con la reconstrucción, que no se puede llamar reforma, de un piso oficial con dinero público que ascendió a 40 millones de las antiguas pesetas, con lo cual, si el ministerio tiene fondos para rehabilitar innecesariamente un piso oficial, tendrá dinero también para pagar a los funcionarios. Es lógico que pidan un aumento salarial.
El ministro Bermejo pudo haber concedido lo que ahora ha ofrecido y ahorrarse las palabras despectivas hacia los funcionarios, de ahí que le pierda su incontinencia verbal, ganándose el apelativo de rojo-pijo. Pudo haber acabado con la huelga mucho antes, habiendo tenido voluntad, pero hasta que Fernández de la Vega no le ha dado un toque de atención, no ha sucumbido a acometer ese "gran esfuerzo", el de acabar con la huelga antes de la investidura de Rodríguez Zapatero.
Seguramente, le reafirmarán en el cargo a pesar de los errores que ha tenido al frente de su ministerio. Es el gran chollo de ser político con un cargo en el gobierno en España, hacerlo mal y que te ratifiquen en el cargo.
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